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sábado, 3 de diciembre de 2016

El liderazgo participativo

En primera instancia me he de referir a la participación y la participación en el mundo laboral, para luego de repasar la concepción de liderazgo, conjugar ambas concepciones, y entrar a configurar el liderazgo participativo, y el líder inteligente.
Coherente con el enuncio anterior, la participación, más allá de configurarla como ser parte de, o ser notificado -te participo-, que uno hace a otro, demanda el reconocimiento de sí mismos, del otro y de la realidad en la que se desenvuelve el individuo.
El reconocimiento de sí mismo, implica saberse persona dotada, más que de derechos y deberes, de capacidades y posibilidades que se pueden ejercer, con lo cual subyace la adquisición de experiencias enriquecedoras para participar, con lo cual cabe la éctesis, o fe de Platón, respecto de la participación de manera escalonada en todo cuanto exista, a partir, indicaba Platón, de la idea del bien.
De ahí que, las capacidades y posibilidades de ejercer la participación, son dadas a partir del ejercicio de la cooperación -participación-, que en tanto derecho, se hace cumplir, siendo al mismo tiempo un deber cuando se es parte de alguna organización social, pues cuando ello es tal, lo que esa organización beneficie o afecte a la sociedad, lo logra con la intervención -participación- de quienes la forman, la constituyen, no cabiendo, en cuanto a deber, la excusa que son otros quienes toman las decisiones.
Es así como, la participación laboral -organizacional-, implica un ejercicio de ciudadanía contrapuesto a la subordinación, pues al ser persona y reconocer su condición de tal, además de su vitalidad -fuerza- en la organización, el trabajador -no el subordinado-, habrá de exigir y ejercer su participación activa, lo que implica el involucramiento en la toma de decisiones, lo mismo que en los diversos procesos que se lleven a cabo.
Empero, la participación no resulta de un mero deseo, sino que requiere de capacidad, deseo y conocimiento para su práctica, de manera que, natural será su implementación de modo progresivo y tal vez, o recomendable, su aplicación en áreas puntuales que enriquezcan la experiencia para su profundización.
Antes de proseguir con el rol del líder, parece justo deslindar la participación de la elección, pues la elección configura una decisión personal ante diversas opciones, en tanto que la participación, conlleva, además del involucramiento, la corresponsabilidad de los resultados, que de ella se deriven, con lo cual, quien este escribidor, no desdeña la posibilidad de elegir como una forma de participación, aunque si la clasifica como de mero trámite y de poca relevancia.
Sin duda que la participación, puede ser tenida como un esnobismo social o gerencial, requiriendo, por tanto, además de profesarla, predicarla y hasta evangelizar a los equipos de trabajo sobre su ejercicio y beneficios, asunto que le corresponde, sin dunda, al líder visionario e innovador que abandona el mando tradicional, lo mismo que el control de la dirección.
Lo anterior impone al liderazgo, replantearse su rol y con él, la nueva realidad circundante signada por las constantes transformaciones de las organizaciones sociales, el trabajo colaborativo y el aprendizaje constante, amén de reconocer a las personas, en tanto seres vivos, llenos de capacidades y potencialidades enriquecedoras.
Tal mutación, y el reconocimiento de las posibilidades de realización de sus equipos de trabajo, le permitirían configurar un liderazgo compartido -fusionado- que se caracterizará por la descentralización o descongestionamiento en la toma de decisiones, ensayar redes de apoyo y novedosas formas organizativas, con lo cual se generan múltiples beneficios, incluyendo: evolución de la organización, reconocimiento de sus integrantes y su consecuente motivación, lograr altos niveles de fidelidad, posibilidad el asumir nuevos retos, promover la inventiva y logra nuevos conocimientos, entre otros beneficios.

Además de los favores previos, este tipo de práctica, permite consagrar a la organización, como inteligente, a la luz de lo destacado al respecto por Senge P. pues se distingue por el aprendizaje a través de nuevos hábitos, valores y experiencias donde sus integrantes tienen la posibilidad de propagar sus talentos, mediante ensayos novedosos, consagrando al líder, por tanto, como un líder inteligente.
Un libre pensador

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