La situación política-económica,
y social en general de Venezuela, tiene a la población en estado de crispación,
o por lo menos a la mayoría, según las encuestas, destacándose entre quienes,
conforme a derecho y entendiendo que es nuestro deber, deseamos revocar el
mandato al presidente, de manera pacífica, democrática y constitucional.
Parte de lo que pudiera ser
justificante de ese estado de convulsión, pasa porque cada día vemos mermada
nuestra calidad de vida, al tiempo de no tener visos de mejorar, sino que por
el contrario, va empeorando, lo cual se manifiesta en el alto costo de la vida
y la pérdida del poder adquisitivo, sobre todo de quienes somos asalariados,
escases de alimentos y medicinas, incremento de la inseguridad -a pesar de los
más de 20 planes anunciados-, empeoramiento de los servicios públicos, y por si
fuera poco, un discurso político que llama a la confrontación y realiza
anuncios fatuos para pretender justificar acciones que no constituyen un
verdadero cambio de lo hasta ahora hecho y que nos trajo hasta estos derroteros,
siendo lógico augurar que la cosa se pondrá peor sino los cambiamos.
El escenario descrito, ha
traído como consecuencia: aumento del desempleo, empobrecimiento generalizado,
resurgimiento de enfermedades antes erradicadas, grados de desnutrición y hasta
en ocasiones, muerte, además de la diáspora de venezolanos, contrario a lo que
había sido, años recientes, nuestra tradición nómada.
A pesar de todo ello, y entre
los cuentos vanos de parte del gobierno, no se avizora formula real y sincera
para aumentar la producción, sino que por el contrario, y a pesar de esbozar un
discurso según el cual debemos cambiar la dependencia del petróleo -modelo
económico-, el mandatario nacional y su sequito, han vagado por el mundo en
procura del aumento de los precios del crudo, además de poner su esperanza, y
resalto, la de ellos, en el arco minero, con lo cual se refuerza una economía
extractiva y nada productiva.
Reafirmando lo antes destacado
respecto del careo, solo se procura la confrontación, haciendo esfuerzos
denodados en permear, tal cotejo, a toda la sociedad, incluida la familia y el
círculo de amistades. Pero lo hasta aquí expuesto podría ser tenido, dada la
situación nacional, más por la experiencia individual y colectiva que
padecemos, que, por la teoría, como un lugar común, que justificaría el estado
de crispación y hasta el deseo de una salida inmediata.
Y es justamente para la salida
inmediata, o lograr el cambio en esta nación, que muchos de nosotros hemos
puesto nuestra fe y esperanza en el liderazgo opositor, mayoritariamente,
aunque el gobierno indique que fuimos engañados, justamente, en nuestra buena
fe, que decidimos el pasado 6 de diciembre votar por lograr un nuevo Parlamento,
lo que sin duda y merecidamente, fue un voto contra inventario -préstamo-, al ser creyentes fieles que
con ello, el gobierno se vería obligado a enderezar su curso, creencia, quizás
fundamentada en el principio de separación y equilibrio de poderes, pero bueno,
igual que el cuento anterior, ya sabemos lo ocurrido, incluidas las artimañas
empleadas -desconocimiento del acto electoral y su resultado, decisiones del
tsj y tribunales de tercer grado, intromisión del cne y… un largo para usted de
contar-.
Como acciones alternas al acto
electoral y creyentes de nuestros derechos ciudadanos y democráticos, hemos,
aunque no todos, acudido a llamados de concentraciones y marchas, a actividades
proselitistas y muchas más, arriesgando incluso nuestra estabilidad laboral o
libertad individual, lamentando si, que numerosos de quienes, desde distintos
espacios, incluidas las redes sociales, son acérrimos críticos al gobierno,
sólo nos acompañen espiritualmente, aunque si reprochen toda acción opositora
alegando, entre otras explicaciones, que votaron por ellos, y que en
consecuencia, toca a ellos, la oposición –a otros- y no a todos, atender y
procurarle solución a lo que estamos viviendo y padeciendo todos, en mayor o
menor medida.
Ciertamente, quienes
profesamos los principios democráticos, además de reprochar discursos y
conductas contrapuestas a ellos, sin cercenar el derecho al disentimiento y al
reproche, debemos evitar alocuciones y acciones similares de quienes nos
queremos diferenciar, de ahí que convocar o aludir a salidas de facto, sin
tener con que, -recuerden mis amigos que
igual estoy presto con mi cuchillo de plástico amolado que me robe en el último
cumple que fui, la china con mira telescópica y la cerbatana con mira láser,
esperando inventario- son, por lo menos, un acto contra-natura, a
pesar que efectivamente se lidie con quienes no son democráticos y si su
opuesto, o como decía Oscar Yanes, un MIU.
El colmo de nuestro lado, es
creer que esta pesadilla se acabará con hecho puntuales o circunstanciales
-aumento de la gasolina, sentencia en juzgados o cualquier otro caso puntual-,
y sin un verdadero esfuerzo colectivo, dentro del marco constitucional,
democrático y electoral, siendo que enunciamos ser demócratas.
De manera que seguir poniendo
nuestra fe y esperanza en seres divinos, en el extranjero, la fan, predicciones
astrológicas -aunque ahora recuerdo que Dos Santos, el iluminado brasileño, si anunció que el fin del gobierno de
Maduro ocurriría en su 4to año-, en cuentos de camino -incluidos los mensajes
de voz de una amigo, que tiene un amigo que…, sólo generan desgaste y
desasosiego, y son, a mi entender, tonterías en las que nos quieren entrampar,
lo mismo que compartir vídeos y mensajes según los cuales, el Papa Francisco,
igual que Obama, y ahora Trump, son comunistas, así como la leyenda, según la
cual, la MUD se convirtió en colaboracionista y está negociando con el gobierno.
Desde mi derecho a la crítica,
manifiesto mi inconformidad por los discursos discordantes de la oposición, por
las falsas promesas del día final, por dejarse llevar por las vísceras, por la
falta y efectiva comunicación, y por muchas otras cosas más que me voy a
guardar acogiendo para mí, expresiones de Leonardo Ruíz Pineda: …dentro del
partido tengo opinión propia, fuera de él, tengo la opinión del partido.
En lo que respecta al dialogo
y las negociaciones gobierno-oposición, opto por seguir otorgando mi voto de
confianza, -contra inventario, prestado- a la MUD, aunque no creo tener muchas
opciones disponibles, entendiendo que una cosa es lo que se quiere hacer y otra
muy distinta lo que se puede hacer, que la vida está llena de circunstancias y
que las cosas, aunque lo parezcan, no son lineales, que todo trae
consecuencias, según lo que hoy hagamos, y que existen prioridades superiores
que no pueden soslayarse a deseos o intereses particulares.
En fin, este es un ajedrez que
requiere atender múltiples condicionantes, lo mismo que la realidad cambiante,
donde intervienen muchos actores. Pero que quede bien claro, deseo libre de
todo apremio e irrevocablemente, ejercer mi derecho pacífico, constitucional y
democrático de tener un gobierno, al menos, distinto de este que tenemos.
Un libre pensador
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