Aunque el título de este artículo, evoque en
muchos de mis coterráneos la producción musical de Guaco -la "súper-banda" de
Venezuela (1984)-, me
quiero referir a los nuevos empleos que ha generado la revolución bonita, a
propósito que hoy, jueves 27 de octubre de 2016, cuando escribo estas líneas,
se ha conocido el 4to aumento del salario mínimo decretado por el ejecutivo
nacional en lo que va del año 2016, asunto sobre el que quería discurrir luego
de una caminata por mi ciudad natal -Los Teques-.
Antes de esta narrativa, justo es destacar que
sobre los nuevos empleos de la revolución bonita escribió uno de los
columnistas que semanalmente suelo leer. Se trata de @TulioHernández quien
trazara una de esas columnas domingueras titulada: Oficios
de la desgracia y que
por supuesto, aún hoy recomiendo su lectura.
La cuestión, para mí, es como fuimos
progresivamente llegando a esta triste realidad que, por ahora, pareciera no mostrar un fin definitorio, imponiendo a
muchos buscar alternativas para sortear la crisis económica que cada vez nos va
arropando con mayor vigor, muy a pesar de los aumentos de salario mínimo que
otorga el gobierno venezolano, sin terminar de caer en cuenta, que como indicó
Einstein: "Si buscas resultados distintos, no sigas haciendo lo
mismo."
Sin duda que el lector bien intencionado podría
responder de manera inmediata, que esas medidas van orientadas, incluyendo
argumento legal y más, a la recomposición del ingreso y la capacidad de consumo
de la familia, pero los resultados han sido opuestos, cada vez más, o más bien
menos, los ingresos son in-suficientes para adquirir la canasta alimentaria.
Pero bueno, antes indique que quería dedicarme
a describir el camino andado que nos ha llevado a esfuerzo buhoneril, como
estrategia y creatividad, para lograr mejorar en algo el ingreso familiar, por
ejemplo: la venta de café y cigarro detallado que en mi pueblo ha proliferado,
como seguramente en muchas otras ciudades de la Venezuela del siglo XXI.
La cosa es que muchos hemos andado una senda sinuosa
incluyendo la reducción de gastos suntuosos, lo que deberían hacer los jerarcas
del régimen, la disminución de salidas y paseos, cambios en hábitos de consumo,
sangría de ahorros, aprovechamiento de las prestaciones para el retiro y los
haberes disponibles en cajas de ahorro, el endeudamiento con las tarjetas de
crédito, la venta de las cosas que considerábamos de poco uso en el hogar -que
vaina vendimos aquel viejo molino de maíz y el asistente de cocina- el negocio
de las joyas de la abuela y un sinfín de alternativas para tapar un hueco en la
economía doméstica que parece no tener fin, muy a pesar de los fulanos aumentos
salariales, que por la vía que vamos, tendrán que ser mensuales, semanales,
hasta llegar al día a día, sino cambiamos esto.
No puedo dejar de incluir en estas líneas, la
afirmación que un amigo me hiciera respecto al brote de vendedores de café y
cigarros, pues él me indicaba que esa actividad dejaba algo así como 4mil bolos
al día, y otros afirman que es mucho más que eso, por lo que me resulta una
tentación, combinar mi actividad docente con la venta de café y cigarro,
pudiendo aprovechar que en la institución donde me desempeño como
"pobresor" -nueva denominación-, el cafetín ya tiene más de un año
que se quemó y no tenemos ningún tipo de servicio puertas adentro. Quizás otro
colega se interese en compartir este oficio con la venta de tortas u otras
golosinas -se escuchan ofertas para
alianzas estratégicas-.
Pero lo verdaderamente angustiante, además de
las profundidades económica por las que surfeamos los venezolanos, es el
dedicar capacidades y talentos a este u otro oficio buhoneril, mientras que lo
que necesitamos es producir más y mejor, para lo cual resulta clave mantener
los capitales venezolanos, que aún se encuentran en suelo patrio, generando las
condiciones ideales para ellos, e igualmente atraer nuevas inversiones
foráneas.
Resulta injusto, a toda vista, que un país como
el nuestro, con la posición geográfica estratégica -puerta de entrada hacia Sur
América-, con paisajes naturales envidiables por cualquier nación, con suelos
fértiles, de clima ideal, de abundante agua y otros recursos, incluidos los que
se encuentran en el subsuelo, una población relativamente joven y culta,
estemos en la situación calamitosa actual, hasta llegar a dar lástima en el
mundo, cuando en otrora fuimos considerados la suiza de américa.
Sin embargo, el cambio y con él, para lograr
una mejor Venezuela, está en cada uno de los que habitamos este país, para lo
cual se hace necesario asumir la condición de ciudadanos, lo que comporta,
además de derechos, deberes, para con nosotros mismos y con las generaciones
por venir.
@OrestesSalerno
Un libre pensador
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