Cada pueblo, y con razón, pone sus esperanzas y
expectativas de ser un mejor país, en manos de su gobierno de quien espera le
proporcione mejoras en las condiciones y calidad de vida, lo cual debe hacerse
a través de las políticas públicas, entendidas desde la perspectiva de Kelly como
las decisiones gubernamentales, y su estudio tiene como objetivo contribuir a
que los gobiernos cumplan mejor los deseos de sus ciudadanos y en consecuencia,
atiendan, inicialmente, elementos básicos como: alimentación, salud, educación,
seguridad, empleo, recreación y esparcimiento entre otros.
En resumen, se podría indicar que lo que cada
pueblo espera, es que su gobierno sea eficiente -que cumpla a cabalidad- y
eficaz -que produzca el efecto deseado-.
El ejercicio del gobierno, como función básica,
resulta en un mandato en los regímenes democráticos, pues el pueblo concede a
un grupo político y por un tiempo previamente determinado, la facultad de
ordenar y mandar en nombre de éste. Conforme a sus resultados, los mandantes
-el pueblo-, en recompensa a una buena labor -eficiencia y eficacia-, puede
reelegirlo como forma de reconocimiento a su desempeño, ello según sus
resultados, más que por sus ofrecimientos.
Igualmente, podría el mandante, conforme al
desempeño del gobierno, cuando en su ordenamiento este previsto, desautorizar -revocar-
a quien le ha concedido la facultad de mandar en nombre de ellos.
En el caso venezolano, tal posibilidad está
claramente expuesta en el marco constitucional, incluyendo requisitos y procedimientos,
con lo cual no se alcanza la posibilidad de anular la facultad dada, sino hasta
que se materialice el pronunciamiento del mandante, en acto electoral, y no
precisamente tenga que culminar siendo revocado el mandatario y se le concede
la posibilidad de seguir ordenando, de seguir mandando en nombre y
representación del pueblo -el mandante-.
Sin embargo, más que apreciaciones subjetivas,
aunque científicas, que se muestran en los estudios de opinión, en Venezuela
surgen consideraciones objetivas como: el desabastecimiento de alimentos y
medicinas, aumento constante de precios e inflación, elevado índice de
inseguridad, caída constante de la producción, malversación y corrupción, además
de desconocer, de parte del gobierno y muchas instituciones del estado, derechos
como a la manifestación pacífica y a manifestarse de manera libre, entre otros.
Al contemplar lo hasta aquí considerado y enfatizando
en la situación país en la que nos encontramos los venezolanos, pudiera
inferirse que es el mismo gobierno el que por omisión y en ocasiones por actuación
-mala actuación-, es el verdadero promotor del revocatorio, en el que subyace
la idea de cambio, con lo cual se manifiesta al mismo tiempo, además de insatisfacción
con el ejercicio del gobierno, la imagen de un estado mejor, ideal de lo que no
es, pero que puede llegar a concretarse.
Ahora bien, lo que el pueblo mandante espera de
su gobierno, además de mandar, es que cumpla su deber, lo cual se encuentra
instituido en las leyes, lo que incluye principios de celeridad, respuesta
oportuna y con ello el cumplimiento de plazos, como el caso de la aceptación a
la solicitud del revocatorio para el 2016.
Cuando lo anterior no es aceptado y debidamente
reconocido, se transforman las instituciones, entiéndase el CNE, en las
verdaderas convocantes de la próxima manifestación del 1 de septiembre próximo,
pues no se han ajustado a lo contenido en las normas y a las que están en la
obligación de cumplir y hacer cumplir.
En resumen, se podría indicar que el verdadero
convocante del revocatorio es el gobierno, dado su mal, y para muchos, su muy
mal desempeño, siendo por otra parte los verdaderos convocantes de la
manifestación del 1 de septiembre, las autoridades del CNE, por lo que se puede
concluir con la idea que los venezolanos solo actuamos en consecuencia.
Ahora bien, la solicitud y consecuente
aceptación del revocatorio, e inclusive su ordenación, no constituye en nada,
el revocar al mandatario, pues se requiere del voto de más de siete y medio
millones de manifestaciones -votos- para que efectivamente deje de ser
gobierno, por lo que en ocasiones no se entiende la actuación reciente del
gobierno, así como tampoco de las autoridades -CNE- de proceder al conteo de
voluntades, siendo que estiman y hasta pretenden mostrar que tienen el favor de
las mayorías.
El referendo revocatorio, sin duda que nos
ofrece la oportunidad política, pacífica, constitucional y electoral, de
manifestarnos, no a un sector del pueblo venezolano, sino de todos los
venezolanos. Permitan, gobierno e instituciones públicas, que los nos
pronunciemos, quizás no sean revocados, aunque de verdad, yo no lo creo.
@OrestesSalerno
Un libre pensador
No hay comentarios:
Publicar un comentario