Otra consideración para mis vecinos del Barbecho
Sin duda que el hampa desbordada es
una realidad que viene afectando a toda Venezuela – Hecho en Revolución como diría mi compadre, pero no es menos cierto
que esa realidad nos impacta más y hasta la reconocemos, es decir, dejamos de
hacernos los pendejos, cuando el asunto nos toca la puerta de nuestra comunidad
o afecta a un ser querido, cuando no a nosotros mismos de manera directa.
En ocasiones, he llegado a pensar que
se trata de algún nivel de complicidad cuando a pesar de las denuncias y
llamados de auxilio, los cuerpos de seguridad no actúan, lo que parece
confirmarse con tantos pinches planes de seguridad que sólo han servido como
piezas publicitaras y formas de aprovecharse del erario público, pues al analizar
las estadísticas de diferentes actos delictivos, podemos comprobar que año tras
año, se incrementan más y más, a pesar de las estupideces que algunos
funcionarios declaran.
Natural han sido los intentos por
hacer disminuir ese flagelo social que no sólo atenta contra nuestros bienes y
propiedades, sino que hoy vemos como parte de nuestra cotidianidad, los
constantes secuestros y asesinatos de hasta miembros del orden público.
Recientemente y como fórmula para hacer
disminuir la criminalidad, fueron empleadas cámaras de seguridad y que hoy lo
que permiten es hacer ganar notoriedad a los delincuentes quienes aspiran ser
presentados (los videos) en YouTube, lo mismo que cuando se trata de matar a un
policía que les da jerarquía entre sus compinches, ello como consecuencia de impunidad.
Diagnósticos de esta realidad
abundan y especialistas en el área existen en Venezuela, e incluso con grandes
niveles de preparación, sin embargo sus sugerencias y opiniones no son
escuchadas por los responsables de este desmadre, que si actúan en lo inmediato
cuando se trata de casos puntuales que llegan a ocupar gran centímetraje en los
medios de comunicación e impactan en la opinión pública nacional dado la
notoriedad de las víctimas, inclusive llegando a atrapar a los culpables y
hasta encarcelándolos, lo que no sucede con el hijo de María o Pedro que ya son
miles y por donde vamos, parece que habremos de llegar a millones, sin no se
actúa con verdadera contundencia.
Incrédulos de tantas promesas
incumplidas, tal situación ha impuesto a particulares y comunidades enteras a
buscar alternativas de solución. Por una parte, la vida en sociedad y el
asistir a eventos públicos o sitios específicos, se ha visto reducida
significativamente. Por otra parte, unos pocos han optado por la contratación
de equipos de seguridad (guarda espaldas) en tanto que el resto, se ha encerrado
en sus casas, colocando rejas o alambres de púa y algunos cámaras de seguridad
que sólo sirven para la promoción del delincuente dado el elevado índice de
impunidad. Impunidad que en ocasiones ha degenerado en el linchamiento de los
delincuentes, asunto que ya parece parte del día a día y que se destaca sin
rubor alguno, y hasta como alternativa social, válgame Dios.
Si se trata del robo de un bien
(moto o vehículo), lo más seguro es que debe ser el agraviado el responsable de
procurar recuperar el mismo, y si llega a tener éxito, le tocará trajinar por
los cuerpos de investigaciones y tribunales, debiendo disponer gran cantidad de
dinero, si de verdad desea poder usar nuevamente y lo más pronto posible su
bien.
Sin embargo, en ocasiones vemos a la
policía actuar con gran saña y mucha violencia cuando se trata de jóvenes que
se encuentran en los alrededores de sus viviendas o en algunos espacios
públicos, a quienes abordan y luego del brutal raqueteo, les preguntan si
consumen drogas o la vende, esperando este astuto gendarme que si ese chico
esta en malos pasos, él de inmediato y como mansa paloma, le habrá de contestar
afirmativamente.
Como parte a este mal social, desde
las instancias de poder, cualquiera que usted desee apreciar, parte de la
respuesta será aquella según la cual, la seguridad es un tema de todos, como si
la inseguridad se tratase de una herencia. Incapaces.
Sin embargo, visto lo ineficiente de
las políticas públicas y la incapacidad de los cuerpos de seguridad, resulta
necesario, que por encima de cualquier otra consideración o discrepancia, actuaciones
colectivas, no sólo para preservar los pocos o muchos bienes que se posea, sino
más que eso, salvaguardar nuestra integridad y la misma vida en sociedad.
Lo hasta aquí destacado, ciertamente
no trascenderá y no servirá más que para drenar parte de la indignación
personal de quien esto escribe. Sin embargo, cobijo la esperanza que se
convierta en otro llamado de atención al entorno inmediato (mis vecinos) y
podamos actuar en consecuencia.
Para el caso de la realidad que nos
agobia, cada día con más frecuencia y mayor fuerza en la Urb. El Barbecho, sugiero:
1.- Hacer visible nuestra lamentable
situación, sin consideraciones político partidistas, para lo que será necesario
hacer llegar nuestras voces, de manera individual y colectiva, a los
responsables de la seguridad ciudadana (gobierno nacional, Guardia Nacional, gobernación
del estado, IAPEM, alcaldía y Policía Municipal) por distintos medios de
comunicación (prensa escrita, radio y TV) y redes sociales (twitter, facebook,
wassap y otros). Poseemos para tales fines, conocimientos, capacidades y
contactos que necesario es de aprovechar.
2.- Exigir de los cuerpos de
seguridad realicen las rondas y recorridos por la urbanización en distintas
horas y no sólo se limiten a visitar los comercios de la zona.
3.- Mejorar desde cada edificio lo
concerniente a la luminaria. Cada condominio podría disponer de un reflector
conectado al alumbrado del mismo edificio y dirigido a las zonas más oscuras.
4.- Implementar un sistema de alarma
o llamado de atención (pitos, cornetas, sirenas) de manera que nos activemos
cuando ocurra una situación lamentable.
5.- Ubicar estratégicamente cámaras
de seguridad de manera de poder, al menos, identificar a los delincuentes y así
poder proceder de manera firme contra ellos.
6.- Restringir los accesos a la
urbanización, sobre todo en la noche.
Es hora que entendamos, que por la
sola lamentación de nuestra desgracia, las cosas van a cambiar para mejor, sino
por el contrario, cada vez será peor. Es necesario que entendamos, que nuestra
fragilidad como comunidad, está en la desunión, y lo peor, es que los
delincuentes lo saben y se aprovechan de eso.
Es necesario que actuemos ya, y no
esperar que la delincuencia llegue a enlutar nuestra comunidad.
En una próxima entrega, habré de
realizar mis consideraciones, muy particulares, respecto al tantas veces
tratado asunto de la reja.
Su servidor
@OrestesSalerno
Resulta miserable que por
miserable nos acostumbremos a la miseria
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