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viernes, 19 de junio de 2015

CUANDO DE SEGURIDAD SE TRATA



Otra consideración para mis vecinos del Barbecho
Sin duda que el hampa desbordada es una realidad que viene afectando a toda Venezuela – Hecho en Revolución como diría mi compadre, pero no es menos cierto que esa realidad nos impacta más y hasta la reconocemos, es decir, dejamos de hacernos los pendejos, cuando el asunto nos toca la puerta de nuestra comunidad o afecta a un ser querido, cuando no a nosotros mismos de manera directa.
En ocasiones, he llegado a pensar que se trata de algún nivel de complicidad cuando a pesar de las denuncias y llamados de auxilio, los cuerpos de seguridad no actúan, lo que parece confirmarse con tantos pinches planes de seguridad que sólo han servido como piezas publicitaras y formas de aprovecharse del erario público, pues al analizar las estadísticas de diferentes actos delictivos, podemos comprobar que año tras año, se incrementan más y más, a pesar de las estupideces que algunos funcionarios declaran.
Natural han sido los intentos por hacer disminuir ese flagelo social que no sólo atenta contra nuestros bienes y propiedades, sino que hoy vemos como parte de nuestra cotidianidad, los constantes secuestros y asesinatos de hasta miembros del orden público.
Recientemente y como fórmula para hacer disminuir la criminalidad, fueron empleadas cámaras de seguridad y que hoy lo que permiten es hacer ganar notoriedad a los delincuentes quienes aspiran ser presentados (los videos) en YouTube, lo mismo que cuando se trata de matar a un policía que les da jerarquía entre sus compinches, ello como consecuencia de impunidad.
Diagnósticos de esta realidad abundan y especialistas en el área existen en Venezuela, e incluso con grandes niveles de preparación, sin embargo sus sugerencias y opiniones no son escuchadas por los responsables de este desmadre, que si actúan en lo inmediato cuando se trata de casos puntuales que llegan a ocupar gran centímetraje en los medios de comunicación e impactan en la opinión pública nacional dado la notoriedad de las víctimas, inclusive llegando a atrapar a los culpables y hasta encarcelándolos, lo que no sucede con el hijo de María o Pedro que ya son miles y por donde vamos, parece que habremos de llegar a millones, sin no se actúa con verdadera contundencia.
Incrédulos de tantas promesas incumplidas, tal situación ha impuesto a particulares y comunidades enteras a buscar alternativas de solución. Por una parte, la vida en sociedad y el asistir a eventos públicos o sitios específicos, se ha visto reducida significativamente. Por otra parte, unos pocos han optado por la contratación de equipos de seguridad (guarda espaldas) en tanto que el resto, se ha encerrado en sus casas, colocando rejas o alambres de púa y algunos cámaras de seguridad que sólo sirven para la promoción del delincuente dado el elevado índice de impunidad. Impunidad que en ocasiones ha degenerado en el linchamiento de los delincuentes, asunto que ya parece parte del día a día y que se destaca sin rubor alguno, y hasta como alternativa social, válgame Dios.
Si se trata del robo de un bien (moto o vehículo), lo más seguro es que debe ser el agraviado el responsable de procurar recuperar el mismo, y si llega a tener éxito, le tocará trajinar por los cuerpos de investigaciones y tribunales, debiendo disponer gran cantidad de dinero, si de verdad desea poder usar nuevamente y lo más pronto posible su bien.
Sin embargo, en ocasiones vemos a la policía actuar con gran saña y mucha violencia cuando se trata de jóvenes que se encuentran en los alrededores de sus viviendas o en algunos espacios públicos, a quienes abordan y luego del brutal raqueteo, les preguntan si consumen drogas o la vende, esperando este astuto gendarme que si ese chico esta en malos pasos, él de inmediato y como mansa paloma, le habrá de contestar afirmativamente.
Como parte a este mal social, desde las instancias de poder, cualquiera que usted desee apreciar, parte de la respuesta será aquella según la cual, la seguridad es un tema de todos, como si la inseguridad se tratase de una herencia. Incapaces.
Sin embargo, visto lo ineficiente de las políticas públicas y la incapacidad de los cuerpos de seguridad, resulta necesario, que por encima de cualquier otra consideración o discrepancia, actuaciones colectivas, no sólo para preservar los pocos o muchos bienes que se posea, sino más que eso, salvaguardar nuestra integridad y la misma vida en sociedad.
Lo hasta aquí destacado, ciertamente no trascenderá y no servirá más que para drenar parte de la indignación personal de quien esto escribe. Sin embargo, cobijo la esperanza que se convierta en otro llamado de atención al entorno inmediato (mis vecinos) y podamos actuar en consecuencia.
Para el caso de la realidad que nos agobia, cada día con más frecuencia y mayor fuerza en la Urb. El Barbecho, sugiero:
1.- Hacer visible nuestra lamentable situación, sin consideraciones político partidistas, para lo que será necesario hacer llegar nuestras voces, de manera individual y colectiva, a los responsables de la seguridad ciudadana (gobierno nacional, Guardia Nacional, gobernación del estado, IAPEM, alcaldía y Policía Municipal) por distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio y TV) y redes sociales (twitter, facebook, wassap y otros). Poseemos para tales fines, conocimientos, capacidades y contactos que necesario es de aprovechar.
2.- Exigir de los cuerpos de seguridad realicen las rondas y recorridos por la urbanización en distintas horas y no sólo se limiten a visitar los comercios de la zona.
3.- Mejorar desde cada edificio lo concerniente a la luminaria. Cada condominio podría disponer de un reflector conectado al alumbrado del mismo edificio y dirigido a las zonas más oscuras.
4.- Implementar un sistema de alarma o llamado de atención (pitos, cornetas, sirenas) de manera que nos activemos cuando ocurra una situación lamentable.
5.- Ubicar estratégicamente cámaras de seguridad de manera de poder, al menos, identificar a los delincuentes y así poder proceder de manera firme contra ellos.
6.- Restringir los accesos a la urbanización, sobre todo en la noche.
Es hora que entendamos, que por la sola lamentación de nuestra desgracia, las cosas van a cambiar para mejor, sino por el contrario, cada vez será peor. Es necesario que entendamos, que nuestra fragilidad como comunidad, está en la desunión, y lo peor, es que los delincuentes lo saben y se aprovechan de eso.
Es necesario que actuemos ya, y no esperar que la delincuencia llegue a enlutar nuestra comunidad.
En una próxima entrega, habré de realizar mis consideraciones, muy particulares, respecto al tantas veces tratado asunto de la reja.
Su servidor
@OrestesSalerno

Resulta miserable que por miserable nos acostumbremos a la miseria

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