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miércoles, 16 de noviembre de 2016

La estructura organizacional y la experimentalidad


La procedencia de la expresión estructura, se refiere fundamentalmente al arreglo u orden existente y necesario entre las partes de un todo, donde subyace la lógica para el funcionamiento de lo que con ella se desea alcanzar.
De manera que, trasladado tal principio a las organizaciones, se trata de una expresión intencional a razón de la misión, o la razón de ser, para la que existe la organización, lo que incluye, además de la jerarquía, los niveles de responsabilidad, las maneras de relacionarse, las formas de comunicación, la toma de decisiones, así como las modalidades referidas a la división del trabajo y su coordinación. En resumen, se podría indicar que se trata del diseño organizacional.
En la concepción tradicional de las organizaciones Mintzberg, H., destacó cinco elementos esenciales: 1 Lo estratégico o mando superior a quienes corresponde la alta dirección y para quienes estaría reservado la toma de decisiones, delinear la estrategia del negocio, además de la máxima representación. 2 Los mandos medios, en quienes recae la resolución de los problemas, correspondiéndoles la articulación de la estrategia con el nivel operativo, así como garantizar los insumos para el cumplimiento de las labores. 3. El nivel operativo, donde se concentra la realización de los bienes o servicios a que se dedica la asociación mediante el aprovechamiento de los insumos, así como lo referido a las ventas o comercialización.  4. La tecno-estructura, encargada de la búsqueda de la estabilidad o normalización y 5 El equipo de staff o de apoyo, enfocados en la prestación de servicios internos.
Son disimiles los tipos de estructura que se pueden generar. Así se tiene la lineal donde es preponderante la jerarquía o el mando, requiriendo, quienes ejercen el liderazgo -caudillaje-, de subordinados obsecuentes. La distribución funcional, donde la unidad de mando resulta relegada, siendo perentorio el conocimiento como elemento práctico, de ahí que la autoridad resulta parcial y relativa, siendo crucial la descentralización de las decisiones.
En el caso de las organizaciones que optan por una estructura de aprendientes -en proceso de aprendizaje-, el conocimiento, su generación e intercambio -a partir de la experiencia- es esencial, lo cual le permite asumir los retos, pues es adaptable a las nuevas realidades y circunstancias.
Existen otros modos organizacionales, sin embargo, se presenta por último en este andar, la estructuración en red, donde predomina la coordinación antes que la jerarquía, siendo su forma de ordenación en redes o células, aprovechándose para tal fin, del uso de la tecnología.
Sin duda, que la realidad dominante y los nuevos conceptos que van emergiendo en la modernidad del siglo XXI, tienen una incidencia significativa en la forma y manera de estructurar o re-estructurar una organización. No obstante, existen una serie de principios que conviene tener presente, entre los cuales se incluye: el conocer el entorno donde se habrá de desenvolverse, sus recursos y capacidades disponibles para el logro de los objetivos, o para asumir los retos que procurar alcanzar, entre otras dimensiones
Desde esta perspectiva, el entorno político, económico y social donde desplegará su andar, serán cruciales, pues al conocerlos con certidumbre le permitirá el aprovechamiento de las oportunidades que le ofrezca su medio circundante, incluyendo: aspectos culturales, ideológicos y tecnológicos, el mercado que procura atender, sus expectativas y otras consideraciones más, que impactan su visión.
Además de lo anterior, resulta crucial el aprovechamiento de las experiencias de otras instituciones -beckmarking- a manera de hacerse de las mejoras prácticas de sus pares, así como los grupos de interés -stakeholder- que la integran por su nivel de involucramiento o participación, además de los procesos, en la toma de decisiones y por tanto en la re-estructuración cuando sea tal.
Se podría indicar, que la estructura es como la tarjeta de presentación de la organización, pues permite, como se destacó al principio de estas líneas, identificar desde el tipo de liderazgo gerencial que se práctica y sus principios rectores, por encima del que se profesa, así como los niveles en la toma de decisiones, los modos de relacionamiento, de interacción y comunicación, la división del trabajo y la coordinación de sus equipos, todo lo cual demanda estar cimentado, en la filosofía de gestión que contiene los valores.
Cuando entre sus valores se incluyen aspectos como la participación, por ejemplo, entendida esta como el ejercicio de la ciudadanía laboral que comporta deberes y derechos, contrapuesta a la subordinación y más que como mero eslogan esnobista, se deberá procurar descifrar los tipos y modos de relacionamiento, la delegación de responsabilidades, las ceremonias comunicativas, todo lo cual debe estar impregnado por principios democráticos donde las decisiones no se reservan a un claustro o élite, amén de la posibilidad de elegir a quienes habrán de dirigir los destinos de la organización.
En el caso de las instituciones universitarias, amparadas por la experimentalidad, su forma de organización, estructura, gestión y funcionamiento, se encuentra en una constante evaluación para la evolución, como técnica para lograr la mejor de las instituciones.
Aunque en este tipo de instituciones la evaluación pareciera ser uno de sus ejes fundamentales, dado su carácter experimental, ello no le es exclusivo y requiere ser una práctica cotidiana y hasta una estrategia organizacional a fin de procurar adecuarse a los nuevos ambientes macro sociales.

Un libre pensador
Disponible en: http://ve.globedia.com/estructural-organizacional-experimentalidad

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