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martes, 8 de noviembre de 2016

¿Dónde está la prioridad?


Aunque parezca lastimoso, hasta de lo malo, se puede aprender
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), prioridad es tenida como: "1. f. Anterioridad de algo respecto de otra cosa, en tiempo o en orden", lo cual hace referencia al primero, lo primero, entre dos. Es así que se puede tener entre sus sinónimos: anterioridad, antelación, prelación, precedencia y otras aprobaciones más.
Desde esta acepción, la prioridad, en el caso de un proyecto, incluye la realización o materialización de una tarea o actividad de cuya ejecución dependen otras que no podrían ejecutarse sin la realización o concreción de la anterior, la primera.
En el caso de un país, por ejemplo, la prioridad para un gobierno debe necesariamente concentrarse en la satisfacción de necesidades de su población, como en el caso de una organización, a través de su razón de ser, lo que igualmente aplica para las asociaciones, cuya primacía requiere concentrarse en quienes la constituyen, el interés del colectivo trabajador.
Para el caso de las organizaciones, la prelación habrá de estar concebida en la misión, que contiene la razón de ser, a lo que indefectiblemente está atada, o actividad para la cual fue creada, así como por su visión, en la que se expresa la imagen corporativa o como esa organización desea ser reconocida en el mediano y largo plazo por la sociedad que la contiene.
De manera que, en una institución de educación universitaria (IEU), en tanto organización, su misión habrá de estar encuadrada en la formación de profesionales altamente calificados como respuesta a las exigencias del contexto histórico y su entorno, siendo natural el aspirar ser tenida como un establecimiento donde se procura la excelencia académica e investigativa en respuesta al compromiso con el país. Además de consentir, entre sus valores rectores, las formas que orientarán el comportamiento de sus integrantes.
Similar consideración pasa para el caso de los gremios laborales, cuyos fines le convocan en relación al mejoramiento de las reivindicaciones sociales y económicas, para lo cual les demandan, sus agremiados, defender los derechos y conquistas laborales, además de velar el fiel cumplimiento, de parte de los patrones, de la normativa laboral preexistente, así como las convenciones colectivas y las condiciones medio-ambientales, entre otras, siendo ejes transversales, en cuanto a los valores: la equidad, la justicia y la cohesión social, de donde se desprende la conexión o vinculación entre iguales, demandando como principios o razón fundamental, su autonomía, la participación -lo que pasa por la posibilidad real de elegir y ser elegido, además de la gestión de sus incumbencias-, la prohibición de prácticas antisindicales y la no injerencia del patrono, asunto que expuse en un artículo previo titulado: El principio de pureza y la moral.
Así las cosas, para el caso de las IEU, la prioridad habría de estar en sus tres vértices fundamentales: la docencia, investigación y extensión, y no priorizar las funciones administrativas y de control, pues con ello queda al desnudo las prioridades de los equipos rectorales y gerenciales de esas organizaciones universitarias, como el caso de la @UPTAMCA y que de seguida procedo a destacar.
En esta casa de estudios universitarios, la prioridad se ha visto puesta en mecanismos de control y seguimiento, no de la gestión como ejercicio de transparencia, sino en el personal, al realizar inversiones importantes en cámaras de seguridad -que todavía no se les ve el queso a la tostada-, así como en el control de asistencia -capta-huella, nueva modalidad asumida en distintas formas para el ejercicio de control por parte del estado venezolano-, y en la emisión de circulares en ese mismo transitar, mientras que la dotación y suministros de equipos y materiales indispensables para el logro de la misión institucional, son puestos posterior -de segundo-, no es prioridad, para la gerencia universitaria.
No se trata de oponerse o resistirse a estos u otros mecanismos de control, a pesar que se enfatiza de no ser un: "procedimiento no obedece a ningún tipo de Acoso Laboral" -no aclare que oscurece-, sin embargo, ello deberían ser posterior a la satisfacción de necesidades y requerimientos fundamentales a los efectos de la docencia, investigación y extensión, lo que a todas luces no es tal, cuando se realiza una observación simple del estado de sus instalaciones, incluidas sus aulas de clase y demás servicios básicos.
En cuanto al tema sindical, justamente es en esa misma casa de estudios al que me referiré, pues la directiva del sindicato docente -sinboprocultca- (en minúsculas y chiquitico), no comulgan con lo que deben ser sus principios gremiales de independencia sindical y no injerencia patronal, al procurar maniobras anti-sindicales conforme a las cuales se procuran eternizar, tramitando ahora, una re-configuración sindical con la que pretenden imbuir a todos los trabajadores -administrativos, obreros y docentes directivos-, en un única asociación, cuando luego de nueve años, no pudieron atender los más elementales pedimentos de la base trabajadora en cuanto a la equidad, la justicia y la cohesión social.
El lector de estas extensas consideraciones, podría con justeza preguntarse: ¿cómo es posible que estas situaciones ocurran en una IEU?, justificando su cuestionamiento al enfatizar que se trata de una organización dedicada a la formación de futuros profesionales que demanda el país y con tales prácticas dan un mal ejemplo.
Sin pretender desmeritar tal enjuiciamiento, podría humildemente responder, que, al denunciar tales trastadas, también se puede formar para que no se comentan tales despropósitos.
Por último, el conocer y denunciar estas malas prácticas gerenciales y sindicales, justo es hacer un llamado a la prudencia y a la sindéresis, no de quienes lideran estos procesos con justificaciones banales, sino de la comunidad universitaria de la UPTAMCA, más que a denunciar esas prácticas, a no seguirlas ni apañarlas.
Un libre pensador  

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