En escritos previos, he destacado lo grande
que se ha convertido el gobierno venezolano, sobre todo cuando contemplamos la
cantidad de ministerios y viceministerios, vicepresidencias, misiones y grandes
misiones, alto mando, areperas socialistas y para usted de contar.
A lo anterior, es necesario
agregar la importante cantidad de empresas, fundos y hatos, además de comercios
que han sido expropiados, confiscados y más recientemente ocupados, así como el
control que se ejerce en materia de divisas, materia prima, precios y en
general de todas las actividades que en una sociedad "normal" se
deberían desarrollar.
Lo anterior fue posible, en un
inicio, a partir de la renta petrolera, que se ha basado fundamentalmente en la
explotación y comercialización de materia prima que no transformamos y que de
algún modo se ha procurado mantener, toda vez que no se cambia el modelo
económico impuesto a contravía de lo que dispone la constitución, y se centran
en la defensa de los precios del barril de petróleo, como que si los
consumidores no tienen el mismo derecho de obtener lo que ellos -los
compradores- estiman como precio justo por las materias primas, además la
explotación de las riquezas que se concentran en el arco minero, para mantener
una economía extractiva y no productiva, aunque ello cause un daño
irreversible, a decir de los expertos, a la naturaleza.
Indicaba que ese modelo se
soportaba en los ingentes ingresos que como país tuvimos, y que fue malbaratado
cuando no se realizaron las inversiones debidas, y cuando tales ingresos se
dedicaron a importar todo cuanto requeríamos, en desmedro de la producción
nacional, con lo cual se generó la caída de la producción nacional y con ella
el empleo, los ingresos y el consumo de los venezolanos.
Antes de proseguir, conviene
destacar que, en tiempos, que ahora nos parecen remotos, los precios del petróleo
registraron precios que oscilaban entre los 4 y 6 dólares, sin registrar la
grave crisis por la que atravesamos hoy los venezolanos.
Sin duda, y eso forma parte
del discurso oficial, existe la necesidad de invertir para producir, pero ello
requiere de condiciones básicas a tales fines y que a decir de los industriales
requieren de tres elementos básicos: mercado, infraestructura y ganancia
-lucro- sobre lo invertido.
Cuando se considera lo atinente
al mercado, se incluye lo que podemos concebir como la aceptación del producto
o servicio que se ofrezca, así como la capacidad de consumo que tengan los
particulares, en tanto que lo referente a la infraestructura, incluye los
dispositivos legales que rijan la actividad industrial, los servicios básicos
necesarios -energía eléctrica, carreteras, comunicaciones y más-, además de la
seguridad de poder recuperar su inversión -no ser expropiados sin indemnización-,
así como poder repatriar los capitales, cuando la inversión proviene del extranjero.
Para atraer inversión, además
de generar confianza a los inversionistas, resulta clave generar estímulos o
flexibilización de aspectos como en el pago de impuestos y otros más.
Los especialistas indican que
cuando una industria dispone de 1.000.000 de dólares, estos son multiplicado
por 5, es decir se convierten en 5.000.000 de dólares, toda vez que se genera
la transformación de la materia prima en productos acabados como fruto del
empleo de la tecnología y el empleo de trabajadores, quienes obtienen un
ingreso y con él, pueden adquirir bienes y servicios que otros trabajadores
generan, lo que, de acuerdo con la teoría de consumo, se convierte en un
circulo virtuoso.
Cuando, por el contrario, se
importan productos terminados -CLAPS-, si bien es cierto que momentáneamente se
benefician a un grupo, reducido, de familias, no se genera valor agregado, en
el país comprador -Venezuela-, aunque si en el país vendedor, pues se estimula
la producción y el empleo en ese país, amén del pago de impuestos y otros
beneficios aguas abajo.
Esta práctica, que beneficia a
las empresas foráneas en estropeo a los nacionales, ha llevado, según cifras de
CONINDUSTRIA, a paralizar en un 65% la capacidad del industrial oriundo, con lo
que consecuentemente, merma toda posibilidad real de producir.
Así las cosas, resulta clave:
1º disminuir el tamaño del gobierno y su intervención en la economía, 2º impulsar
la producción mediante la generación de confianza y la concesión de estímulos y
3º consecuentemente, cambiar el modelo económico, lo que se traduce en necesariamente
en el achicamiento del estado en pro del crecimiento de la sociedad civil.
Si no se producen los cambios
necesarios, cada día que pasa los venezolanos nos veremos más empobrecidos, nos
notaremos menos capaces de adquirir bienes como un vehículo, casa y hasta
alimentos, tendremos menos oportunidades y tendremos una sociedad más
depauperada.
Un libre pensador
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