NO SÓLO DIOS SALVA

Nosotros podemos ayudarle

Desde hace ya largo tiempo, he venido pensando, repensando y conversando con compañeros de labor, sobre lo que ha venido a ser la triste nueva realidad, de lo que ahora dan por llamar UPTAMCA. Pero antes, algunas consideraciones.

En mi óptica, me considero un fulano exitoso desde diversas aristas, lo que incluye mi desempeño profesional y evolución personal. En mis tiempos mozos, aquella época de estudiante en el CULTCA, ambicione, quizás inspirado por profesores como José Rafael Tinoco Smith y otros, dedicarme a la docencia universitaria, pero en el CULTCA y no en otra institución, para lo que estime debía continuar formándome y adquirir las experiencias debidas.

Teniendo claro mi visión personal, inicie mi peregrinaje por organizaciones públicas y privadas, en cada una de las cuales siempre escale posiciones a razón de mi desempeño, al tiempo de alternar con mi formación profesional, además de asumir en ocasiones actividades de  consultoría. Afortunadamente, siempre me retire por voluntad propia al estimar que había alcanzado mi techo, dejando siempre las mejores referencias.

Luego de ese trajinar, logre mi sueño e inicie labores en el CULTCA, asunto que siempre lucí con mucho orgullo, al tiempo de poner mi mejor empeño, asunto que fue reconocido al punto de ser promovido –cambio de dedicación- a pesar de las condiciones política partidistas, como docente a tiempo completo y posteriormente a dedicación exclusiva.

A razón de la transformación del CULTCA a la UPTAMCA, me he propuesto mantener el acervo histórico de la institución, oponiéndome a la intención de borrar las tradiciones del CULTCA, asunto que entiendo está en la agenda de las actuales autoridades y de muchos compañeros, y hasta lo entiendo, porque no conocieron aquel bello COLEGIO.

Empero, todo cambia y yo también cambie, y cambie esa postura al contemplar lo que es hoy la UPTAMCA, al punto tal, de darle gracias a Dios que así sea, pues ello habrá de permitir mantener, lo que para mí es, y espero para otros igual, esa gloriosa historia del CULTCA que tanta satisfacción ha dado a sus integrantes, egresados y la comunidad en general.

El no denunciar la calamidad en la que veo a la UPTAMCA, me haría cómplice de esa realidad y lo que le depara en lo inmediato. Lo aseverado encuentra asidero no sólo en el estado de su infraestructura, que ya es bien lastimosa, sino que va mucho más allá y atenta la formación de estudiantes, que cada vez con menos frecuencia asisten a clases y cada vez más están desmotivados por un ambiente poco propicio para el desarrollo de la academia, asunto que trasmitimos en muchos casos los docentes, mucho de quienes me han manifestado su deseo de irse, lo mismo que el desagrado de estar en la ahora universidad territorial.

Muchas son las quejas que entre compañeros escucho e incluye desde la dotación, los servicios, la poca disponibilidad de medios, la improvisación, la imposibilidad real de participar en la transformación, la arbitrariedad, la inacción sindical y su desorganización, y que decir de la remuneración. Pero el problema es que es sólo eso, conversaciones que no se convierten en acciones o reacciones para la solución de los tantos males que nos agobian y que parecen ser cada vez más.

Afortunadamente, los compañeros obreros y administrativos realizan el reclamo de reivindicaciones gremiales, que afortunadamente nos habrán de beneficiar, pero pobre de nosotros y pobre los chicos a quienes formamos, pues terminamos siendo un mal ejemplo ciudadano y profesional.

No creo que estás breves líneas cambien la realidad observada por quien esto escribe, y si muy probablemente genere conversaciones, y por supuesto críticas, con las cuales habrán de procurar demeritar, no lo escrito, sino quien lo escribe, con descalificaciones de adeco –a mucha honra-, escuálido y otros epítetos más, pero saben algo, siento al final de estas líneas que me he quitado un peso de encima.

¡No sólo Dios salva, nosotros podemos ayudarle!

@OrestesSalrno

Un libre pensador